viernes, 8 de mayo de 2009

Reeditar la realidad





Inventar historias y relatarlas como acontecimientos sucedidos es casi tan difícil como imposible. Al menos creo que es terriblemente complicado contarlas como hechos verosímiles y acotados con precisión, de manera que podamos ponerle cara exacta a Caperucita o conocer los detalles concretos del taparrabos de Tarzán.


Elaborar cuentos con cierta imaginación no deja de ser una labor apasionante. Sin embargo siempre encontraré en ellos algo de inverosímil, no por alejarse de lo factible y humanamente posible sino por no proceder de lo complejo, de lo real.


Posiblemente sea de lo real de donde descienden las historias más conocidas, de mayor calidad narrativa y en apariencia inventadas; sustituyendo unos personajes verídicos por otros ficticios y sazonando con fantasía en tanto que lo admita la historia.


En verdad, esto de escribir es bien complejo cuando uno parte de cero. Nada parte de cero. Ni los proyectos. Ni las relaciones. Ni siquiera la vida humana. Siempre hay un material preexistente que sigue a rajatabla un caos ordenado, una serie de leyes de inimaginable comprensión que nos hace ser únicos.


En el vacío interior ocurre lo mismo que en los programas de diseño tridimensional: todos es homogéneo y perfecto; todo está vacío.


Probablemente cuando conociste la otra tarde al chico que te acompaña siempre en clase pisabas de forma distinta el suelo e inhalabas con menor preocupación el aire contaminado de la piaggio negra azabache que acababa de pasar a vuestro lado y atendía al verde del semáforo en el cruce de la Gran Vía con Alcalá.


Ni si quiera notaste cómo la colilla de la chica del peto vaquero te rozaba la camisa, la noche del nueve, mientras le ponías ojitos al camarero de bar de maricas que tiene las cervezas a cero cincuenta. Incluso tu propio nacimiento está ligado a tantos silogismos que resultaría imposible recopilarlos todos, y remota la posibilidad de que se repitieran todos tal y como lo han hecho. La realidad es caprichosa, siempre distinta, rica y particularizada para cada caso; nunca se olvida de nadie.


Por eso es tan útil aprender a manejar la información como un material propositivo y el ser hábiles conociendo nuestros intereses para poder escoger dicha información.


Tratar de acotar la realidad es tan sencillo como describir lo que vemos de una u otra manera. Hacer mensurable y visible aquellas condiciones que nos interesan sobre ciertos hechos; casi como hacer un mapeo con curvas de nivel o una carta solar.


Basta con tomar las herramientas adecuadas para mostrar sólo aquello que queremos que vean los demás.



Fotograma de la película "Hard Candy"

1 comentario:

Nat dijo...

HARD CAndy!!! que gran peliculón!!!